Ding Musa. Emplazamiento

Inicialmente el trabajo de Ding Musa parece no responder a las premisas que se barajan cuando nos creamos una idea estandarizada de arte brasileiro. Pero, ¿qué es el arte brasileiro o cómo lo observamos a través de una óptica eurocentrista? Siempre he entendido el arte perteneciente a un lugar geográfico concreto como un reflejo, filtrado por los centros preponderantes, de lo que ese lugar representa a todos los niveles: social, cultural, económica y políticamente. Quizás resulte ingenuo pensar en una extensión de terreno equivalente a Europa en la que puedan establecerse una serie de características que definan su reflejo, un único reflejo en vez de muchos. Quizás la producción artística ligada a lo orgánico o a lo popular pueda convivir perfectamente con una manera de representación más vinculada a las formas artificiales, a lo industrial como imagen ideal de un país que alberga la segunda mayor masa forestal del planeta, pero que en contraposición ha dado lugar a un fenómeno como el de la construcción de Brasilia en mil días.

El trabajo de Ding Musa, localizado en el terreno de lo fotográfico tanto en lo estrictamente adscrito a esa disciplina como en lo que rebasa los límites, sugiere una tendencia al efecto que en realidad no es tal. Tampoco podemos obviar que donde existe una mirada existe el engaño, y aunque ese engaño no pretenda jugar a la ficción, ésta siempre se da. Musa trabaja con fragmentos aislados, con lugares que a priori se nos antojan de difícil situación en nuestro día a día y que sin embargo están ahí, donde menos imaginamos, sin opulencia, como una sutil línea que podría o no ser percibida. La contemplación pormenorizada de las diferentes piezas que conforman su exposición fluctúa entre lo que es ilusión y lo que es materialidad. Siempre con un componente de desconfianza muy acentuado que nos lleva a dudar de lo que es y no real, como si el ejercicio pudiese simplificarse de ese modo.

Su obra ha evolucionado a partir de una composición fragmentada de la vida real, de planos fijos registrados de un modo casi obsesivo en el espacio urbano que entremezclaban los diferentes momentos del día. Así, ha derivado en una esquematización de esos instantes, insertando a menudo una fisura en la percepción como la que nos encontramos en sus recurrentes instalaciones de ladrillos y espejos. En estos trabajos, el ladrillo funciona como ese componente básico de construcción que se enfrenta a sí mismo, a su reflejo o a la imagen del reflejo.

Puede parecer tímida la aproximación de Musa a la escultura y sin embargo, ésta responde a una manera perfectamente teorizada del arte en su país. Tadeu Chiarelli apunta que la cuestión del relieve y del plano en la escultura parece fundamental para el entendimiento de una parte significativa del arte brasileiro y termina su texto señalando:

Si lo que ha definido a la pintura moderna y a la pintura contemporánea ha sido el énfasis dado tanto al carácter bidimensional de ambas como al color como entidad autónoma; si lo que ha definido a la escultura moderna y contemporánea ha sido el énfasis dado al volumen y/o a la creación de espacios tridimensionales activados por los más diversos materiales, la producción brasileira en cuestión ha conseguido y consigue ser extremamente contemporánea justamente confundiendo todas esas especificidades, articulando así otras posibilidades de transcendencia del arte en nuestra sociedad. [1]

Las imágenes de Ding Musa acusan una cierta tendencia a la teatralidad, a una provisionalidad que encuentra en Lévi-Strauss una explicación que, aunque incómoda, no puede negar su valía incluso hoy en día. En referencia a la masiva construcción de barrios que alertó en sus viajes a São Paulo durante los años treinta, el antropólogo francés apuntó que bajo los colores falsos, las sombras resaltan más negras; calles estrechas no permiten, a una capa de aire demasiado delgada, “crear atmósfera”, y de todo ello resulta un sentimiento de irrealidad, como si no fuera una ciudad, sino una falsa apariencia de construcciones rápidamente edificadas para las necesidades de una representación teatral o de una secuencia cinematográfica. [2]

Emplazamiento, la primera individual de Ding Musa para Ponce+Robles parte de la designación de un espacio geográfico, apelando ya no a la ilusión, sino a lo físico. Al mismo tiempo, emplazar apela a la convocatoria como modo de ocupar ese lugar al que hace referencia. Emplazar ejerce incluso un guiño a la tendencia a reunirse en el espacio común como hecho que sigue a la indignación. Es por esto que el trabajo de Musa no existe sin su estrecha vinculación con lo político, y es por eso también que tras la piel neutra se haya una intencionalidad que alberga esa irritación frente a la situación política actual.

Marcel Gautherot fotografió entre 1958 y 1960 las obras del levantamiento de Brasilia y es concretamente en las imágenes de los encofrados de la cúpula del Senado Federal, con los operarios escalando la ferralla, donde puede descifrase la manera en que Ding Musa aborda la imagen en su trabajo. No pasa desapercibida la decisión de prescindir de la figura humana, algo que sí aparecía en esos primeros vídeos en que la ciudad mostraba su ir y venir. Quizás sea lo que ahora se espera del espectador, un diálogo con la propia obra, un reflejo frente al espejo que lo integre o la falta de retorno que evidencie el engaño. Musa se sitúa de algún modo en un espacio de encuentro entre lo que formalmente es reducido a la mínima expresión y la certeza de una presencia fuera de plano que condiciona el sentido de la imagen y la convierte en un trabajo alejado de su función estética. Existe un reclamo, es indudable, pero este se convierte de pronto en un ejercicio visual que revisa la tradición artística brasileira, desde lo puramente formal del arte concreto a lo estrictamente político que prepara con su serie sobre Brasilia.

Comisario: Ángel Calvo Ulloa

Imágenes:

[1] CHIARELLI, Tadeu. Plano em repouso/Plano em tençao: Hildebrand e o arte contemporãnea brasileira en Arte Internacional Brasileira, Lemos Editorial, São Paulo, 2002.

[2] LEVI-STRAUSS, Claude. Tristes Trópicos, Paidós, 2006, Barcelona.

Información: