Irene Kopelman. Indexing Water

Kunsthalle Lissabon presenta Indexing Water, la primera exposición individual en Portugal de Irene Kopelman (Córdoba, Argentina, 1974, vive y trabaja en Ámsterdam).

Hace más de un año, cuando João Mourão y Luís Silva me invitaron a realizar un proyecto específico para Kunsthalle Lissabon, pensé que era el momento y el contexto perfecto para comenzar un proceso de investigación sobre una idea que me acompaña desde hace tiempo: trabajar con los colores del agua.

Hace algunos siglos, el arte y la ciencia no eran disciplinas diferentes y separadas, como hoy en día. Tenían diversos puntos de correlación y coexistencia. Como profesionales  del mundo del arte que somos,  estamos bastante familiarizados con los estudios del color en la historia del arte. Pero los diccionarios del color fueron también utilizados en el campo de las ciencias naturales como medio para describir y comunicar de manera científica aspectos de la naturaleza. En 1831, Charles Darwin se llevó a su viaje en el Beagle un libro llamado La Nomenclatura de los Colores. Los científicos utilizaban este y otros “diccionarios del color” –antecesores de los actuales Pantones–, como referencia común para la descripción de sus objetos de estudio. Los diccionarios del color funcionaban como vocabulario común en todas las partes del mundo, para la descripción de los colores de las cosas, de las piedras y las flores a las estrellas, de los pájaros a los sellos del correo. Fueron un medio para científicos y naturalistas para precisar las descripciones biológicas.  De esta forma podían ser compartidas más fácilmente. Así, naturalistas de Kalamanzoo y de Alemania podían comunicarse de manera efectiva sobre una familia de pájaros encontrada en ambos lugares. Estos diccionarios consistían típicamente en un conjunto de muestras de color, a las que se atribuía un nombre (normalmente escrito en idiomas diferentes para facilitar su uso internacional), un número de identificación y también una descripción más poética sobre el color / (“el color de la sangre de un conejo recién sacrificado” o “castaño momia”).

Después de las conversaciones con Luis y João decidí seguir adelante con este proyecto y contacté al Doctor Marcel Wernand, oceanógrafo físico en el NIOZ (Royal Netherlands Institute for Sea Research). El Dr. Marcel R. Wernand es investigador senior en esta institución y sus intereses principales van del diseño y el desarrollo de instrumentos multi-espectrales para medir los colores del océano; a la variabilidad bio-óptica de estuarios, mares y océanos y la monitorización continuada de los colores de la costa; o la alteración del color del océano a largo plazo, en relación con los cambios globales y la historia de la óptica marítima. Esta particular combinación de líneas de investigación, junto con una particular personalidad, crearon, desde el inicio, un diálogo extremadamente interesante y enriquecedor.

Al final, me di cuenta de que Marcel no era el investigador más experto, pero era sobre todo un gran contador de historias. Sus investigaciones lo han llevado por todo el mundo, viendo muchas aguas y cruzándose con muchas personas. Su interés por el estudio del color nos unió y dio sentido a todo este proyecto.

Las entrevistas con Marcel se convirtieron en un elemento central del proyecto. Continué estudiando, ojeando libros y estando cada vez más involucrada en el tema, hasta el punto de participar en el congreso del Ocean Darkening Project. La cantidad de información que tenía comenzó a agobiarme y me di cuenta de que estaba empezando a ser algo que me constreñía más de lo que me inspiraba. Me di cuenta entonces de que lo más interesante que tenía eran las conversaciones con Marcel. Sus historias, el espacio mental que toda esa información iba creando a partir de esas conversaciones. Continué hablando con él, grabando las entrevistas, dejando que la información fluyese y anotando imágenes que podrían materializar nuestras conversaciones. La narrativa de las conversaciones se convirtió en el guion de la exposición así como del libro que se publicará.

Como las conversaciones eran demasiado abiertas, propuse a Marcel que utilizáramos como guía la Escala de Forel-Ule.  François-Alphonse Forel (1841-1912) desarrolló un método, que tres años después fue mejorado por el limnólogo Wilhelm Ule (1861-1940). La escala tiene 21 colores. Yo propuse a Marcel que habláramos de todos los colores, uno por uno. El propuso que los agrupáramos. Un día sobre azules, otro día sobre verdes, amarillos y marrones. Diseccionar la escala por colores me ayudó a entender mejor los factores que afectan al color del agua.   

Texto procedente del dossier de prensa de la exposición, traducido por Cristina Blanco.

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